Nuestra flora intestinal (microorganismos) es muy versátil y su importancia es tal, que muchos se refieran a ella como el órgano invisible.
Nos ayudan a digerir nuestra comida (liberando nutrientes que normalmente serían inaccesibles).
Producen vitaminas y minerales que no están presentes en nuestra dieta.
Destruyen toxinas y químicos dañinos.
Nos protegen de enfermedades (al matar y competir con microorganismos dañinos).
Guían el crecimiento de nuestro organismo por medio de moléculas y señales.
Educan a nuestro sistema inmune (a distinguir a los «malos»).
Afectan el desarrollo del sistema nervioso y se cree que podrían hasta afectar nuestro estado de ánimo.
Contribuyen a nuestra vida, creando una relación simbiótica (ellos nos ayudan y nosotros les proporcionamos un lugar donde vivir y comer).
Una forma de potenciar nuestra microflora intestinal es por medio del consumo de probióticos (microorganismos benéficos vivos). Estos se pueden encontrar en alimentos fermentados (que no hallan sido pasteurizados), como el yoghurt de pajarítos, el sauerkraut (chucrut), quesos («crudos»), kombucha y otros.
*Ref: «I contain multitudes: the microbes within us and a grander view of life – Ed Yong».